Estrategias

Percepciones y la comunicación psicosocial. Para un político, comprender mejor el comportamiento psicosocial de los individuos es fundamental, en tanto éstos pertenecen a una sociedad y, por ende, son sujetos sociales.

Para ser político no basta con tener ideas, ¡hay que saber transmitirlas!

Un político que no interpreta orgánicamente la forma de pensar de su pueblo, está totalmente a merced de las contingencias y está destinado a conceder en lugar de negociar, y a una interminable cadena de ensayos y errores, cosas que en una campaña suelen ser mortales.

El político que posee conocimientos profundos sobre la idiosincrasia del grupo humano que se ha planteado como objetivo, domina las interacciones entre él y su votante y minimiza los errores al no arriesgarse a ser expuesto como incompetente y desactualizado, sobre todo en un país tan variopinto en etnias que las comunicaciones se tornan tan complejas que, darse el lujo de desconocer las percepciones del objetivo humano, sería de graves consecuencias para una campaña política.

Cada individuo tiene una cosmovisión sui generis del mundo dada por sus percepciones, interpretaciones y sesgos pues es influido por su contexto histórico-temporal, es decir, por las necesidades, valores morales e ideologías determinadas por la época. El estudio del pensamiento, sentimiento y comportamiento del individuo se torna complejo porque, a pesar de que hay un convencionalismo universal de grupo —adquirido a través de la socialización— hay heterogeneidades adjudicadas a cada individuo, por lo que poder hacer llegar un mensaje y que éste sea adecuadamente percibido por cada uno de los distintos sectores de nuestra sociedad tan diversa, se torna gravitante en la interrelación entre un político y su pueblo.

El dominio del mensaje adecuado y la forma como éste debe llegar a cada grupo social de forma que estimule los centros neurálgicos adecuados para lograr esa sinergia, es fundamental para el éxito de una campaña.

Para un político, comprender mejor el comportamiento psicosocial de los individuos es fundamental, en tanto éstos pertenecen a una sociedad y, por ende, son sujetos sociales y estos son sus “clientes” votantes potenciales.

Un político que no interpreta orgánicamente la forma de pensar de su pueblo, está totalmente a merced de las contingencias y está destinado a conceder en lugar de negociar, y a una interminable cadena de ensayos y errores, cosas que en una campaña suelen ser mortales.

El político que posee conocimientos profundos sobre la idiosincrasia del grupo humano que se ha planteado como objetivo, domina las interacciones entre él y su votante y minimiza los errores al no arriesgarse a ser expuesto como incompetente y desactualizado, sobre todo en un país tan variopinto en etnias que las comunicaciones se tornan tan complejas que, darse el lujo de desconocer las percepciones del objetivo humano, sería de graves consecuencias para una campaña política.

Cada individuo tiene una cosmovisión sui generis del mundo dada por sus percepciones, interpretaciones y sesgos pues es influido por su contexto histórico-temporal, es decir, por las necesidades, valores morales e ideologías determinadas por la época. El estudio del pensamiento, sentimiento y comportamiento del individuo se torna complejo porque, a pesar de que hay un convencionalismo universal de grupo – adquirido a través de la socialización – hay heterogeneidades adjudicadas a cada individuo, por lo que poder hacer llegar un mensaje y que éste sea adecuadamente percibido por cada uno de los distintos sectores de nuestra sociedad tan diversa, se torna gravitante en la interrelación entre un político y su pueblo.

El dominio del mensaje adecuado y la forma como éste debe llegar a cada grupo social de forma que estimule los centros neurálgicos adecuados para lograr esa sinergia, es fundamental para el éxito de una campaña.